lunes 20 de mayo de 2024

Una lucha continua

25 años del Fitaz, un semillero de elencos, obras y espectadores

Desde facilitar la exposición de obras hasta formar a los nuevos artistas, el encuentro paceño se convirtió en un pilar importante de la creación.
Escena de la obra “Monumentos”, dirigida por Freddy Chipana.   Foto: Fitaz
Escena de la obra “Monumentos”, dirigida por Freddy Chipana. Foto: Fitaz

Como aseguran la fundadora, Maritza Wilde, y el director, Bernardo Arancibia, el que el Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz) cumpla 25 años es todo un hito, ya que pocos eventos culturales lo logran, especialmente cuando carecen de apoyo. Pero ¿cuál fue el impacto que tuvo durante esas dos décadas y media de trayectoria?

Periodistas, críticos, directores y organizadores hablaron con Visión 360 sobre los frutos del Fitaz 2024.

“En un cuarto de siglo, el evento de teatro bianual ha sido una fiesta. De la mano de Maritza, el festival ha presentado a elencos de los cinco continentes en La Paz. Ha sido plataforma para generaciones de dramaturgos y actores, ha promovido encuentro y reflexión, ha formado público para el teatro y, desde 2022, camina solo aunque bajo el faro de Wilde. No poca cosa”. consideró Liliana Carrillo, periodista especialista en cultura.

Para el director Ariel Rodrigo Baptista Aranda, el Fitaz se convirtió en la plataforma ideal para que los artistas nacionales se den a conocer ante audiencias a las que, normalmente, no pueden llegar.

1997 fue el año en que comenzó la odisea del Fitaz. El nacimiento de la iniciativa coincidió con el nombramiento de La Paz como Capital Iberoamericana de las Culturas.

“Hay grupos pequeños de creadores jóvenes que recién están comenzando; colectivos regionales, que no tienen la capacidad de llegar a grandes centros urbanos; artistas que tienen el talento necesario, pero no el escenario adecuado. Todos ellos encontraron en el Fitaz el espacio ideal para poder llegar al mundo”, dijo.

De hecho, en esta edición del festival, Baptista participa en la dirección de Los pueblos del agua, la primera propuesta dramática que se suma a la programación. Y su inclusión muestra uno de los principales éxitos del evento: el incremento en la producción dramática en el país y la presencia de artistas jóvenes.

Las Kory Warmis con la pieza “Deja vu, el corazón también recuerda”.  Foto: Fitaz

La periodista, gestora y crítica teatral Mabel Franco indicó que en estos 25 años el Fitaz, entre otros factores, fomentó el trabajo en este arte.

“Obviamente no es la única razón,  pero ayudó mucho. El poder consumir propuestas distintas de diferentes países e, incluso, regiones de Bolivia, enriquece a los creadores. Muchos dramaturgos, directores y actores que están comenzando en estos años, se formaron viendo teatro, de niños y adolescentes, en el Fitaz”, consideró.

Esta formación de creadores se complementa con, como mencionó Baptista, el trabajo de vincular a los bolivianos con gestores del exterior y el contactarlos con sus pares de otros países. Eso ocurre, por ejemplo, con los talleres dictados por las malasias Sabera Shaik y Susan Sarah John, quienes trabajan en la construcción de una obra junto con actores nacionales.

“En el arte no hay fronteras, al menos  no en la sala de ensayo y sobre el escenario. Cuando nos encontramos de esta manera, aprendemos los unos de los otros, comprendemos quién es ese extraño y a su vez nos entienden... eliminamos, incluso, las barreras estéticas que se presentan en la creación”, evaluó John.

Baptista agrega que esta ventaja va más allá de la sola presentación de una obra dramática. Tomando Los pueblos del agua como ejemplo, destaca que el festival se convierte en una ventana para dar a conocer la cultura de un pueblo, sus preocupaciones y aspiraciones.

En ese sentido, Wilde recordó el éxito que tuvo la compañía Las Kory Warmis, al mostrar sobre las tablas la violencia contra la mujer y el esfuerzo de superación. O cómo Compa Teatro contaba historias de la vida en  El Alto, entre otras.

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Y esto se complementa con el trabajo de fomento del teatro entre la población. “‘Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma’, decía George Bernard Shaw. Y es el teatro, quizás por su cercanía con el público y su experiencia irrepetible, el mayor reflector de nuestros ajayus.  Recuerdo aún la emoción ante algunas viejas puestas del Fitaz (Nuestra señora de las nubes, Mar, Animales domésticos… tantas otras), esas que te sacuden a la vez que te maravillan; las que te dejan más preguntas que certezas, como sabe hacer el buen arte”, agregó Carrillo. 

Buscando públicos

“Queremos llevar el teatro a quienes no suelen ir. Llegar a públicos que, ya sea por distancia, horarios o economía, no tienen la costumbre de acudir a las funciones de manera regular. Buscamos que el talento nacional pueda presentarse al mundo, llegar a escenarios en otras regiones y otros países”, definió Arancibia.

Pero esto no se logró de la manera en la que los gestores buscan. Franco reconoció que el impacto en el espíritu de la audiencia en general  no es tan significativo como se esperaba.

Franco, que también fue jefa de la unidad de teatros municipales en la anterior gestión, reveló que si bien se incrementó el número de producciones escénicas, no pasó lo mismo en la asistencia a los espectáculos.

“Queremos que la gente desarrolle conciencia cultural, que aproveche el talento de los artistas. Pero es algo en lo que todavía tenemos que trabajar. Tenemos que desarrollar estrategias para incentivar el interés del público en general y formar  nuevos públicos”, dijo.

“Palmasola” exploró las interacciones que nacen dentro de prisión.  Foto: Fitaz

Por su parte, Carrillo destacó que el encuentro dramático tiene dos retos importantes. El primero “es ampliar su público -habida cuenta que los precios a los teatros no son precisamente económicos- con más presentaciones callejeras, en los barrios, en las plazas, en los colegios, para todas las edades y con mimo especial a los niños, ya que -gran causalidad- ellos son los artistas y el público futuro”.

Ambas especialistas coinciden en señalar que una razón de la falta de participación del público se debe a que este no está acostumbrado a pagar por la cultura, menos aún por algo que no conoce bien.  

“Fuera del festival, el público teatral paceño es ‘malpagador’, no es masivo. Las mismas caras, los mismos conocidos en los mismos escenarios frente a puestas de primer nivel que llegan cada vez más del interior. Falta un circuito fuerte que articule a dramaturgos, actores, críticos, productores y medios de comunicación”, describió Carrillo.

Este desafío está íntimamente relacionado con un problema perenne  en la organización: el financiamiento.

Buscando el dinero

Cuando se pregunta a Wilde cuáles fueron los obstáculos en la organización de la primera versión, en 1999, ella responde: “El mismo de todos los años, el de siempre, conseguir el respaldo económico para cumplir los objetivos”.

Cada año impar, en los que no se realiza el Fitaz, los responsables tienen que peregrinar por las oficinas gubernamentales, piden la colaboración de las autoridades. Inician la seducción de la empresa privada y los contactos con las embajadas.

No es algo único. La directora argentina Ana Woolf reconoció que la organización de un evento internacional, aquí o en su país, no es tarea fácil, ni económicamente ligera.

“Sé que el equipo de Bernardo (Arancibia) va a poner de su propio bolsillo para que se sostenga el Fitaz. Pero  necesitan la colaboración de la sociedad civil, de las autoridades de gobierno para lograrlo. Y esto es algo que afecta a la cultura y al arte en diferentes países ”, dijo.

Franco corrobora que esa es una realidad para estos eventos, en general. El lograr la gestión de una nueva edición siempre depende de cómo se negocie la colaboración económica.

Una opción recurrente es la cooperación internacional, lo que implica riesgos para la independencia de los creadores, como destacó Carrillo. “El segundo reto, más sutil, es afianzar su identidad con un eje en cada versión. No faltaron obras que llegaron supeditadas al financiamiento externo –a veces embajadas, a veces ONG- con moralejas incluidas a costa, incluso, de la libertad creadora”.

A lo largo de las dos décadas y media de existencia del Fitaz, la dirección empleó diversas estrategias. Algunas dependen de factores externos, como postularse al programa Iberescena. Otras dependen de la temporalidad: en 2018 el Gobierno nacional lanzó el Programa de Intervenciones Urbanas, que facilitó muchas operaciones culturales, pero que no volvió a repetirse.

Otra opción es contactarse directamente con los elencos invitados y negociar con ellos su llegada. Esto se puede hacer, ya que parte del trabajo de la organización es ver las obras elegidas en directo.

La pareja es desmenuzada en “El amor del desamor” en 2022.   Foto: Fitaz

 

Eso no quiere decir que no haya ningún apoyo. Desde la primera versión, preparada como parte del programa “La Paz, capital iberoamericana de la cultura”, se logró un acuerdo con la Alcaldía de La Paz, para que esta entidad pública  no solo brinde sus teatros durante los 10 días, sino que también ayude a pagar a las compañías y artistas nacionales.

Wilde explicó que este pago se realiza directamente con los participantes, el facilitar el contacto entre institución y beneficiario es la única intervención del equipo del Fitaz. “No quería recibir dinero alguno”, dijo la fundadora.

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Para paliar el problema los gestores desarrollan varias estrategias. En 2018 y 2022 se establecieron abonos, pero no siempre es factible. Este año se organizó una fiesta previa, la Fiesta Kusillo. Sin embargo, factores externos minaron la iniciativa, aunque no los ánimos.

Los organizadores trabajan para sacar adelante la iniciativa,  se mueven en la promoción de  funciones, llegan a los colegios para que estos se animen a preparar visitas y los artistas internacionales desafían la altitud.

“No estamos para penas. La Ciudad Maravilla se apresta a vivir un festín teatral con un menú de elencos de 10 países. Se vienen encuentros, descubrimientos, casualidades y causalidades que hay que agradecer”, finalizó Carrillo.