lunes 20 de mayo de 2024

David Mondacca

“Mondacca Teatro se ha caracterizado por plasmar el ser nacional”

El actor, director y dramaturgo es uno de los protagonistas del Fitaz. Participó en 23 versiones y dice que el festival es clave para la evolución del teatro nacional.
David Mondacca, referente del teatro nacional.   Foto:  Mondacca Teatro
David Mondacca, referente del teatro nacional. Foto: Mondacca Teatro
miércoles 08 de mayo de 2024

“Para ponerse en el pellejo de un personaje, un actor o una actriz debe hacer una labor de investigación, que es lo más fascinante. Debe vivir como esos personajes, para que no sea un impostor en la escena, hablando de lo que no conoce. Es lo más fascinante del teatro”.

Con esas palabras, David Mondacca, uno de los referentes de las artes escénicas del país y  uno de los protagonistas del Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz), recuerda sus inicios y su encuentro con el poeta y escritor Jaime Saenz.

 Comparte también los hitos de su carrera y destaca la labor clave del Fitaz en la formación del teatro nacional. Este 2024,  con su elenco, Mondacca se suma al festejo de los 25 años del festival con la obra Aparapa - La Paz de Saenz, que se presentará el 15 de mayo, a las 21.00, en Nuna Espacio Arte (zona Sur).

Esta pieza “muestra a un  aparapita que carga la ciudad de La Paz”. “Nos habla del gran poeta boliviano Jaime Saenz bajo la mirada de la entrañable Blanca Wiethüchter, quien, con su narrativa de Memoria Solicitada, nos revela los espacios mágicos de la urbe paceña por donde transitaba el poeta de la noche. Nos relata su relación con él, sus enseñanzas y su admiración eterna”, se lee en la presentación de la obra.

Una escena de la obra “Aparapa - La Paz de Saenz”.     Foto: Mondacca Teatro

Esta pieza “muestra a un  aparapita que carga la ciudad de La Paz”. “Nos habla del gran poeta boliviano Jaime Saenz bajo la mirada de la entrañable Blanca Wiethüchter, quien, con su narrativa de Memoria Solicitada, nos revela los espacios mágicos de la urbe paceña por donde transitaba el poeta de la noche. Nos relata su relación con él, sus enseñanzas y su admiración eterna”, se lee en la presentación de la obra.

¿Este 2024, el Fitaz cumple 25 años, cuál considera que ha sido el aporte de este festival internacional al teatro boliviano?

Primero, quiero dar las gracias a Maritza Wilde, fundadora y alma mater de este Festival Internacional de Teatro, el Fitaz, que ha puesto al país a la cabeza del teatro latinoamericano. Ahora celebramos la versión 25, participamos en 23 versiones y en todo ese tiempo pudimos ver la evolución del teatro nacional.  Creo que, en estos 25 años, varias cosas han pasado, entre una de ellas ha sido que se ha ido entretejiendo una comunidad de artistas que han bregado y han optado por retratar lo nuestro, que es el primer deber del teatro.

El teatro tiene que ser fiel al medio donde se desarrolla, entonces debe traducir lo que es el país. Creo que eso es lo más destacado de estos 25 años del Fitaz y creo que con Claudia Andrade hemos contribuido enormemente a dar ese paso. 
Ha sido casi un cuarto de siglo en el que hemos participado en el Fitaz y nos ha pescado siempre trabajando con la escritura y una obra de teatro  para exaltar los valores del país y los universales.

Pienso que lo más importante, lo más valioso del Fitaz en estos 25 años, es que ha conseguido la evolución de un teatro propio, de un teatro nacional con identidad. Eso ha ocurrido este cuarto siglo, principalmente destacaría eso. 

¿En el escenario del Fitaz, Mondacca Teatro ha presentado muchas de sus obras. Qué retrospectiva hace de las propuestas?

Nuestro teatro se ha caracterizado por plasmar en escena nuestro ser nacional, desde las obras de adaptación hasta textos propios, resaltando sobre todo lo nacional, que es lo que me interesa. Se me vienen a la cabeza piezas como Moreno de Plata, Amores que matan y una serie de obras de escritura propia.

Con nuestras obras, nuestro objetivo es impulsar y develar en la escena nacional el modo de ser y el rito de lo boliviano, de lo nacional, que está mezclado de magia. Se caracteriza además de lo que vivimos y de esta serie de rituales, a veces cuestiones que nos asombran y que son parte de nuestro cotidiano.

Todo eso hemos trasladado a escena y hemos estado presentes, por supuesto, en el Fitaz.

¿Ahora, con su elenco, presentará Aparapa - La Paz de Saenz en el Fitaz?

La producción, la dirección y la idea de esta obra son de Claudia Andrade, persona vital para el trabajo del elenco.

Como elenco ya tenemos más de 25 años y Claudia Andrade siempre ha estado en la dirección, la producción, la puesta en escena y el montaje de las obras.

Esta nueva propuesta es como una variante. 

¿Qué características tiene esta nueva producción?

En esta puesta en escena, con Andrade, vimos por conveniente diferir un poco del actor hablando en escena y en esta obra solo se ven imágenes de  multimedia. Hay grabación, video, imágenes y textos. Esta vez, apelamos a la tecnología, para que no todo recaiga sobre la espalda  del actor; ahora varias disciplinas confluyen en esta obra.

Es una apuesta distinta de las que hicimos antes, es interesantísima. Solamente la pudimos estrenar hace dos años para nuestros auspiciadores, porque ganamos un fondo con esa apuesta.   Es minimalista. Es teatro de objetos, de sombras, de voces en off y todo esto se fusiona para marcar la personalidad de este gran paceño (Jaime Saenz). Además, exaltamos siempre este espacio mágico que es la ciudad de La Paz, un lugar maravilloso que tiene el planeta.          

David Mondacca en una escena de la obra “No le digas”.    Foto: Mondacca Teatro

¿Cómo describe la influencia que ha tenido Jaime Saenz y sus obras en la carrera de David Mondacca?

Yo provengo de los barrios populares y cuando encuentro la narrativa del poeta,  descubro el espíritu popular y siento que era conocido. Yo también en mi pubertad transité por todo Llojeta. Para mí, Llojeta contiene todo el ajayu de La Paz. Era un lugar  pesado y misterioso.

He estado muy al tanto de la cultura popular. Cuando conocí a Saenz, su narrativa y su novela, todo me era muy familiar. Todo eso me ha servido para acicalar mi dramaturgia. He estado muy al tanto de la cultura popular. Cuando conocí a Saenz, su narrativa y su novela, todo me era muy familiar.

Todo eso me ha servido para acicalar mi dramaturgia; también en mis escritos está el espíritu popular.

Tengo un texto que escribí hace algunos años sobre Arturo Borda, quien resulta ser el maestro de Saenz. Eran muy amigos, bebían juntos y vivían aventuras. Yo siempre he admirado  a Borda; en los años 80, lo he  personificado en el concurso Amalia de Gallardo. Trabajé con el cineasta Néstor Agramont, quien ya falleció.

¿Entonces, Saenz siempre estuvo y está presente en sus textos y obras?

No me es distante y eso me ha nutrido enormemente porque me gusta el habla popular, me gusta la voz del pueblo; ahí está el verdadero teatro y la verdadera pasión. Los personajes de los que Saenz hablaba en su escritura no me son extraños, porque he vivido y también he recorrido a pie lo que es La Paz, sus cuestas. He disfrutado de su sol andino y de sus costumbres.

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La ch’alla y la magia de los Andes no me es extraña. Creo que eso constantemente está exaltando Saenz, cuando habla del Illimani y de los Andes, cuando habla del Huayna (Potosí) y del misterio que envuelve a la ciudad. No me fue extraño y conocerlo fue un estímulo.  

Creo también que mi escritura dramática está tremendamente influenciada por todos los poetas que he conocido y que amaban el país. 

¿Qué es lo que más busca, a la hora de leer a sus autores de referencia?

Siempre en mis lecturas estoy buscando resaltar que vivimos en un lugar único en el planeta, peculiar y extraordinario.

¿A años de su estreno, cuál es la mirada actual que tiene de su obra No le digas y cuán importante ha sido para su carrera?

Ha sido determinante porque justamente estaba buscando gente que escriba, porque no había quién traduzca mis ideas y lo mejor que me pasó fue que yo mismo empecé a hacer lo mío, pero fue gracias a ese impulso.

He entrado a la universidad para estudiar literatura y conocí a Saenz en su último taller. Y como un ejercicio actoral, me fijaba mucho en lo gestual de las personas que me impresionan; entonces, me he fijado en su voz y en sus facciones. Ahí empezó el deseo de leer todos sus textos, cuando él aún estaba vivo.  

Cuando falleció Saenz, luego de un mes, en el Paraninfo (de la UMSA), Blanca Wiethüchter leía un texto, alguien cantaba un fragmento de una ópera que le gustaba al poeta y yo leía un fragmento de  Felipe Delgado. Leí de memoria otro texto y ahí empezó toda una aventura.

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